Es difícil describir los sentimientos que no son tan puros: la
tristeza, el amor o el odio son sentimientos solemnes y fácilmente
identificables así trasciendan los límites de unos con otros. Por su parte, la
indignación, o el sentimiento que nace como método de protección cuando una señal
nos dice que algo está mal, es tan difícil, que lo es hasta encontrar una
palabra que pueda definirlo. Es rabia, pero también es impotencia, es el nudo
en la garganta elevado cien veces, mil, que produce una especie de
enceguecimiento y en muchos casos las ganas proporcionalmente ligadas al sentimiento
de seguir haciéndolo, pero esta vez con la premisa de que cuando sea el tiempo, por fin sea justamente reconocido como bueno.
Septiembre, 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario